Cárceles

HISTORIA

Buster Keaton en «Convicto 13» (1920): 7′

Burt Lancaster y Karl Malden en «El hombre de Alcatraz» (1962)

«Carandiru» (2003)

MODALIDADES

La cárcel: «Un profeta»

 

Reformatorio: «Bad Boys» (1983)

 

Campos de prisioneros: «El puente sobre el río Kwai».

 

Campos de trabajo: «La leyenda del indomable»

 

Hospitales mentales: «Alguien voló sobre el nido del cuco»

 

 

James Cagney y Pat O’Brien en «Ángeles con caras sucias» (1938)

La evasión (1960), de Jacques Becker

La gran evasión

Toma el dinero y corre

Fuga de Alcatraz (1979)

La lista de Schindler

Cadena perpetua

Celda 211

Arqueología

Los juguetes ópticos del siglo XIX fueron los auténticos antecedentes del cine.

Taumatropo

También llamado Maravilla giratoria o, en inglés, Wonderturner, es un juguete que reproduce el movimiento mediante dos imágenes, inventado en 1824 por John Ayrton.

Consiste en un disco con dos imágenes diferentes en ambos lados y un trozo de cuerda a cada lado del disco. Ambas imágenes se unen estirando la cuerda entre los dedos, haciendo al disco girar y cambiar de cara rápidamente. El rápido giro produce, ópticamente, la ilusión de que ambas imágenes están juntas.

Zoótropo

Es otro juguete, creado en este caso por William George Horner en 1834. Se trata de un tambor circular con unos cortes, a través de los cuales mira el espectador para que los dibujos dispuestos en tiras sobre el tambor, al girar, den la ilusión de movimiento.

Todos ellos tenían una característica en común: utilizaban ilustraciones para crear la ilusión de la imagen en movimiento.

El cinematógrafo

Cuando entró en juego la fotografía, estas ideas ingeniosas confluyeron en la creación del cine como un nuevo y genial invento. Sus precursores fueron los hermanos franceses Auguste Marie y Louis Jean Lumière, quienes patentaron el cinematógrafo el 13 de febrero de 1895.

La llegada del tren de los hermanos Lumière

 

Los 2010

En la actualidad, da la impresión de que los límites del cine solo lo puede poner la imaginación de los cineastas. Pero… ¿estamos viendo cine tal y como se concibió en su origen?

Origen (2010), de Christopher Nolan, nos mostró cómo el cine ya es incluso capaz de construir hasta los mismos sueños.

EVOLUCIÓN DE LOS EFECTOS VISUALES

Podemos ver en cuatro décadas hasta qué punto han evolucionado los efectos visuales en el cine. Para ello, nos servimos de dos secuencias que narran exactamente lo mismo.

El hombre de una tierra salvaje (1971), de Richard C. Sarafian.

Renacido (2015), de Alejandro G. Iñárritu.

TRANSFORMACIÓN DEL CINE

Los films clásicos de Hollywood, los films europeos de arte y ensayo y los de vanguardia en su mayor parte consisten en grabaciones fotográficas no modificadas de hechos reales que tuvieron lugar en espacios reales. En la era de la simulación por ordenador y de la composición digital, esta característica común deja de existir.

El cine, como la fotografía, nació con la vocación de retratar la realidad. Ahora, con la posibilidad de generar en su totalidad escenas fotorealistas con un ordenador empleando animación 3-D; modificar frames individuales o escenas completas con la ayuda de un programa de diseño.

Los Vengadores (2012), de Joss Whedon, primera adaptación de la famosa saga de los superhéroes de Marvel, se mostró como una extraordinaria exhibición de efectos especiales digitales.

En un interesante artículo, el teórico Lev Manovich defiende que el cine digital se ha convertido, más bien, en un subgénero de la pintura. Tiene su sentido, si admitimos que hemos pasado de captar imágenes en movimiento con la cámara a crearlas con los ordenadores. Manovich define el cine digital como un caso particular de animación que usa filmación en vivo como uno sus muchos elementos. Y, en este sentido, afirma que «la historia de la imagen en movimiento completa un círculo en su totalidad. Nacido de la animación, el cine empuja a la animación hacia sus fronteras, para finalmente convertirse en un caso particular de animación.» 

La vida de Pi (2012), de Ang Lee.

El lobo de Wall Street (2013), la delirante historia del broker Jordan Belford realizada por un Martin Scorsese pletórico, nos demostró que ya no hacen falta las historias fantásticas para beneficiarse de la tecnología digital.

Marginadas por la institución del siglo XX del cine de acción dinámica narrativa que los relega a los dominios de la animación y de los efectos especiales, estas técnicas renacen como fundamento de la realización fílmica digital. Lo que era suplementario para el cine se convierte en su norma. Manovich asegura que de esa clásica teoría del cine-ojo, hemos pasado ahora a una nueva que se podría denominar como cine-pincel. Y, por supuesto, eso redefine por completo la industria tradicional del cine.

Rogue One (2016)

 

Los 2000

Con el inicio del siglo XXI, algo se notó que había cambiado en la forma de presentar el espectáculo cinematográfico. Movimientos de cámara imposibles, universos enteros creados de la nada… Algo diferente se estaba planteando en las salas.

El señor de los anillos (2001) primero y El Hobbit después, las dos grandes sagas de Peter Jackson basadas en el universo de Tolkien, dieron una auténtica lección de efectos.

Spider- Man (2002), de Sam Raimi, dio un nuevo giro a las películas de superhéroes con unos efectos especiales alucinantes, que realmente nos hicieron creer que se podía pasear por Nueva York colgado de una tela de araña.

Harry Potter y la cámara secreta (2002) y todas las películas de la saga inspiradas en las novelas de J. K. Rowling hicieron alardes de efectos visuales. Por ejemplo, en los emocionantes partidos de Quidditch.

Fast & Furious: aún más rápido (2009), de Justin Li, muestra lo rápido que la tecnología digital se extiende ya no solo al cine de fantasía sino también al de acción, aventuras, comedias… todos los géneros.

Avatar (2009), de James Cameron, supone la revolución definitiva de la creación de imágenes por ordenador en 3D. Y, ojo, porque supone también la aceptación de la animación como elemento esencial en la producción de una película presuntamente de imagen real. Pero ¿qué hay más en la película? ¿Pintura o realidad?

Los años 90

En la década de 1990 se produce ya un salto definitivo hacia el cine digital. Los avances tecnológicos no hacen más que avanzar a la conquista de un universo en el que la imaginación de los cineastas se desata y comienzan a plantearse unas planificaciones hasta ahora imposibles gracias a las nuevas tecnologías.

Terminator 2 (1991), de James Cameron avanza en el uso del morphing  y de una gran cantidad de efectos especiales.

Parque Jurásico (1993), de Steven Spielberg, convierte en todo un fenómeno la novela de Michael Chrichton que especulaba con la posibilidad de devolver a los dinosaurios a la vida. Los efectos visuales de la película resultaron asombrosos, todo y que todavía había una convivencia entre la generación de imágenes por ordenador y los efectos más tradicionales. De algún modo, esta película significó el final de los efectos visuales más artesanales.

Forrest Gump (1994), una divertida tragicomedia de Robert Zemeckis, protagonizada por Tom Hanks, mostró las posibilidades que las nuevas tecnologías iban a aportar también al cine de corte más clásico.

Toy Story (1995), de John Lasseter, una memorable producción del estudio Pixar, llega a las pantallas como el primer largometraje de animación creado íntegramente en ordenador. Quizá por entonces, aún muchos no se imaginaban la importancia crucial que la imagen digital iba a tener en el devenir de la historia del cine.

Titánic (1997), de James Cameron, una superproducción multimillonaria que se convirtió enseguida en una de las películas más taquilleras de la historia del cine, marcó para la mayor parte de los especialistas un nuevo tiempo en cuanto a la postproducción cinematográfica.

Matrix (1999) y la saga futurista por los hermanos Wachowski, también resultó decisiva para confirmar el avance de lo digital en el terreno del cine. La singularidad de la película hizo que la mayor parte del rodaje se realizase en estudios con croma, para añadir después de forma digital los escenarios. Introdujo importantes avances audiovisuales tanto para el terreno del cine como de la publicidad.

Los años 80

El imperio contraataca (1980), la continuación de La guerra de las galaxias, supera a la anterior en lo que a efectos visuales se refiere, aunque cuando comprobamos hoy cómo se realizaron, entendemos que aún estábamos en una industria muy artesanal.

E.T. el extraterrestre (1982), de Steven Spielberg, nos hizo creer que los extraterrestres existen de verdad y son, sencillamente, adorables.

AVANCE DE LA IMAGEN DIGITAL

Looker (1981), una película dirigida por Michael Crichton, está considerada la primera en utilizar un personaje humano generado con gráficos 3D generados por ordenador (CGI).

De nuevo Disney se anticipó en el uso de la tecnología digital con Tron (1982). Esta película de fantasía, que no obtuvo el éxito esperado por la compañía, incluyó por primera vez un uso intensivo de imágenes generadas por ordenador, que llegaron a ocupar más de 15 minutos del metraje total del filme.

Pixar entró en escena para crear un plano que hizo historia para la película El secreto de la pirámide (1985), en la que Barry Levinson fantaseaba sobre la juventud del mítico investigador Sherlock Holmes. El ya popular caballero de la vidriera se convirtió en el primer personaje de ficción realmente creado mediante imágenes generadas por ordenador.

Willow (1988), una entretenida fantasía creada por Ron Howard, fue el primer largometraje que empleó el morphing o la transformación gradual de una imagen a otra.

El cielo protector (1989), de Bernardo Bertolucci, con fotografía de Vittorio Storaro. Adaptación de la novela de Paul Bowles, que narra el viaje a África por parte de una pareja de neoyorquinos en busca de experiencias nuevas. Fue el primer acercamiento al cine digital. El material rodado se volcaba al ordenador en una copia en baja. Como los ordenadores de aquellos días no tenían una gran capacidad de almacenaje, se editaba por partes y se creaba una EDL (lista de códigos de entrada y de salida), igual que en un montaje convencional de 35 mm. La edición final de la película se resolvía cortando y montando el negativo.

Abyss (1989), de James Cameron, dio un paso de gigante gracias a sus efectos especiales , en los que intervinieron diversas compañías especializadas. Por primera vez, consiguió crear efectos visuales que se podían modificar y combinar a la perfección con imágenes reales. La película ganó el Oscar a los mejores efectos visuales y abrió la puerta de forma definitiva al uso de la tecnología digital en los procesos de generación de efectos.

Los años 70

Resultado de imagen de star wars

A lo largo de la década de 1970, el espectador tuvo la sensación de que el cine había entrado en otra dimensión. Parecía que los cineastas eran capaces de hacer cualquier cosa que se propusieran, incluso mostrarnos que era posible hasta ver a un hombre volando.

La aventura del Poseidón (1972), de Ronald Neame, fue uno de los títulos que pusieron de moda durante toda la década el llamado «cine de catástrofes», basado en reunir a un amplio elenco de estrellas y ponerlas en una situación límite, ya fuera provocada por un incendio, un terremoto, un accidente aéreo, o, en este caso, una ola gigantesca.

Tiburón (1975) dio a conocer en todo el mundo a su joven director, Steven Spielberg, miembro de una generación llamada a cambiar nuestra concepción del cine.

 

EVOLUCIÓN DE LA IMAGEN DIGITAL

La tecnología digital de la década de 1970 era todavía muy rudimentaria, por lo que no tuvo un impacto demasiado notable en la industria del cine. En cualquier caso, se fueron realizando avances notables.

Westworld (Almas de metal ) (1973) supuso todo un hito en el terreno de la postproducción digital, ya que fue el primer largometraje comercial importante en el que se incluyó un plano generado por medio de un ordenador en 2D.

Mundo futuro (1976) nació como la secuela de Westworld (Almas de metal). En esta producción de ciencia-ficción se fue un poco más lejos, utilizando por primera vez gráficos digitales en 3D para representar manos y caras animadas. También se usaron composiciones digitales en 2D para componer personajes sobre un fondo.

La guerra de las galaxias (1977), de George Lucas, marcó el verdadero pistoletazo de salida del nuevo cine de efectos especiales, sobre todo tras la inauguración en 1975 de Industrial Light & Magic (ILM), una compañía que haría evolucionar el campo de los efectos visuales hasta terrenos insospechados. En el terreno digital, se incluyeron algunas animaciones 3D para conseguir efectos muy concretos.

Lo mismo ocurrió en Alien, el octavo pasajero (1979) y en la producción de Disney Abismo negro (1979), pero el uso de esta tecnología seguía siendo muy básico.

 

 

 

 

 

Los años 60

La década de 1960, marcada por la crisis del sistema de los grandes estudios, supuso un cambio absoluto en el campo de los efectos visuales. A lo largo de la década se fueron dando pasos de gigante hasta alcanzar niveles de trucaje visual nunca antes visto en una gran pantalla.

El tiempo en sus manos (1960) era una divertida película de George Pal que estaba inspirada en el clásico de H. G. Wells «La máquina del tiempo». Rod Taylor era el protagonista de una película que contaba con efectos especiales realmente encantadores.

Jasón y los argonautas (1963) presentaba una aventura mitológica que fascinó sobre todo por las criaturas creadas para la ocasión por el genial Ray Harryhausen, un auténtico mago de la técnica del stop-motion, que continuó maravillándonos en proyectos como Hace un millón de años (1966), El viaje fantástico de Simbad (1973) o Furia de titanes (1981).

Viaje alucinante (1966), de Richard Fleischer, especulaba con la ilusión de que se pudieran reducir a los seres humanos hasta un tamaño microscópico. En este caso, un grupo de personas se internaban en el cuerpo de un prestigioso científico para llevar a cabo una delicada operación.

El planeta de los simios (1968), de Franklin J. Schaffner, nos trasladaba a un lugar en el que  una raza de simios mentalmente muy desarrollados se habían hecho con el control de todo. Una auténtica joya del cine de ciencia-ficción.

2001, una odisea del espacio (1968), adaptación de un relato breve de Arthur C. Clarke, por parte de Stanley Kubrick, abrió un nuevo periodo en el terreno de los efectos visuales. De algún modo fue la auténtica conquista del espacio por parte del cine, que se confirmaría en la siguiente década.

El montaje europeo

A lo largo de la década de 1960, en Europa surgen distintos movimientos que tratan de desafiar a la narrativa clásica de Hollywood con propuestas sorprendentes. Sin duda, uno de los más influyentes es la llamada Nueva Ola francesa, donde cineastas como Jean Luc Godard optan por romper las reglas clásicas del montaje.

Alphaville (1965)

Otros movimientos diferentes, como fue el del western europeo, también aportó interesantes avances en la concepción audiovisual y la postproducción, que con el tiempo influyeron decisivamente en la conformación del cine moderno. Sin lugar a dudas, Sergio Leone fue quien mostró una mayor creatividad en este sentido.

 

Camino digital

Desde que, en 1947, se presentara Whirlwind Computer, el primer ordenador que contaba con una interfaz gráfica, comenzó a iniciarse una interesante relación entre la imagen y la tecnología digital. Entre las décadas de 1950 y 1960 se produjeron algunos avances significativos que propiciaron esta vinculación:

• Douglas C. Engelbart inventan el ratón, un indicador de posición X-Y (1963).

• El estudiante del MIT Steve Russell idea Spacewar, considerado como el primer juego de ordenador de la historia (1962).

• John Whitney genera con la ayuda de un ordenador una animación que Saul Bass incluye en los títulos de crédito de la película de Alfred Hitchcock Vértigo. Artista e inventor, Whitney está considerado como uno de los padres de la animación por ordenador.

 

Los años 50

La década de 1950 arrancó con un claro despertar del cine fantástico. Las amenazas procedentes del espacio exterior inspiraron infinidad de argumentos y obligaron a los especialistas en efectos visuales a agudizar el ingenio. Sin embargo, poco a poco el público mostró su interés por un tipo de superproducción muy diferente: el gran cine épico.

Cuando los mundos chocan (1951), de Rudolph Maté, se convirtió en una pequeña joya del cine de ciencia ficción de la época, especulando con la posibilidad de que una estrella gigante entrara en colisión con nuestro planeta.

La guerra de los mundos (1953), adaptación de Byron Haskin, de la conocida obra de H. G. Wells, marcó todo un hito en la historia del cine y abrió la puerta a las películas de invasiones alienígenas.

Los diez mandamientos (1956), la bíblica epopeya realizada por Cecil B. De Mille, con la mítica escena de Moises separando las aguas del Mar Rojo para poder huir del ejército egipcio, cautivó a los espectadores de la época.

Ben-Hur (1959), otro clásico del cine épico protagonizado por Charlton Heston, también presentó infinidad de efectos visuales que provocaron el asombro de la audiencia.

Vértigo (De entre los muertos) (1958) está considerada como una de las obras maestras de su director, Alfred Hitchcock. En ella, aportaba un novedoso efecto visual. En cualquier caso, el maestro del suspense ya había dado muestras de su interés por el juego visual en numerosos de sus trabajos, como se muestra en esta breve recopilación.

Los años 40

En el cine de 1940 tuvo una notable influencia la Segunda Guerra Mundial. Tanto la producción como los temas se vieron afectados por un conflicto que se recrudeció hasta mediada la década. A pesar de ello, y con el color abriéndose paso en numerosos proyectos, los efectos visuales no dejaron de avanzar, sobre todo de la mano de auténticos genios del cine.

Ciudadano Kane (1941), la obra maestra de Orson Welles, hizo aportaciones imprescindibles en el terreno de los efectos visuales, desde las transparencias y fundidos, a la filmación de maquetas o fondos trucados, entre otras muchas cosas.

El ladrón de Bagdad (1940), nueva versión de la fantasía oriental, ahora bajo la exigente producción de Alexander Korda, quien llegó a contar con hasta seis directores para completar la película. Fue el primer largometraje que utilizó los fondos de color para hacer posible la técnica del croma.

A pesar del gusto del público por la fantasía, los efectos visuales también se hicieron presentes en otros géneros, como en el cine bélico, muy de moda en aquellos años por su carácter propagandístico.

El montaje clásico

Hollywood ha impuesto un montaje clásico, con sus propias normas, que influye tanto a la producción en sí como a toda la postproducción. La sala de edición se ha convertido en un lugar esencial para darle significado a las películas. Un ejemplo clásico es el de Casablanca (1942), de Michael Curtiz, que consiguió el Oscar al mejor montaje.

Treinta segundos sobre Tokio (1944), un drama bélico de Mervyn LeRoy, consiguió el Oscar a los Mejores efectos visuales por sus escenas de bombardeos, aunque comenzaban a realizarse algunas avanzadas peripecias de postproducción, como conseguir el efecto de que una persona real apareciera en pantalla junto a un dibujo animado, como demostró Gene Kelly en una célebre secuencia del musical Levando anclas (1945).